1. Cuando entras a uno de ellos, te ataca un sospechoso olor sumamente repugnante.
2. (Que sólo se explica con la desafortunada mezcla de pescado seco y durián).
3. Has tenido que agarrar productos "frescos" de cajas de cartón.
O, si son establecimientos un poco más exclusivos, de contenedores plásticos.
4. Y ni siquiera importa si están frescos. Pues son ridículamente baratos.
5. Tuviste que esperar de brazos cruzados con el carrito de la compra hasta que la experta de tu mamá escogiera un fajo de bok choy.
6. Ya has visto de todo y nada te desconcierta.
7. Puedes comprar porcelana fina por donde están los pulpos vivos y los huevos de pato fermentados.
8. Has sido testigo de cómo el carnicero desmiembra y empaca un pato entero en literalmente menos de 10 segundos.
9. Has visto a tu mamá levantar y cargar un saco de arroz de 30 kilos como toda una campeona.
10. En tu familia han comprado lo mismo toda la vida, pero todavía no sabes bien qué es.
11. Te sientes muy agradecido de que haya establecimientos con estándares de orden y limpieza un poco más altos.
12. Porque los sábados por la tarde cuando todas las familias salen, es la anarquía del sálvese quien pueda.
13. Solías mirar los cangrejos vivos arrastrarse los unos sobre los otros y preguntarte porqué no se escapaban.
14. Ya aceptaste que el paquete no significa nada.
15. Es raro cuando tienes que intercambiar alguna palabra con la cajera.
16. Y por lo general no hay lector de código de barras pues no sé cómo pero se saben TODOS LOS PRECIOS.
17. Pero no importa: el total siempre es inferior a 100 dólares, y te llevas un camionado de comida.
18. La mayoría de los supermercados asiáticos se las arreglan de alguna manera para seguir recibiendo únicamente efectivo.
19. Tu familia y tú llevan años yendo a la misma tienda, y han aceptado sus peculiaridades.
20. Porque tienen lo que más te gusta.
21. Y mucho más.
